viernes, 30 de diciembre de 2011

Estoy tan triste, tanto tanto, que me duele el pecho, la garganta y las palabras...por eso escribo, aún no me duelen los dedos. Estoy tan sola que solo se me ocurre escribirle a usted, cuando usted ya no es compañía ni consuelo...tal vez tengo la esperanza que al menos aún sea oídos.

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